Este trabajo visual expone la necesidad de un luto y la imposibilidad de éste, con la secuela de una lucha interior entre el recordar y el resignarse, el buscar y dejar de buscar, el enterrar y desenterrar, el esperar y no esperar en el implacable paso del tiempo que va carcomiendo las imágenes de un ser humano que fue detenido y posteriormente desaparecido.
Estuve 3 horas bajo el sol, sentada con fotocopias de la fotografía de mi tío Enrique, alguna de ellas deslavadas... Estuve así, frente a un rectángulo enorme de tierra. Luego enterré su fotografía junto a mi cuerpo. Posteriormente desenterré su imagen y me la llevé pegada a mi pecho desnudo.
Pude enfrentarme públicamente con mi propia desazón y dolor, frente a este crimen aún no resuelto... los espectadores estaban unidos a estos sentimientos.