Del registro fotográfico de la Performance anterior: La sangre, el río y el cuerpo, elegí una diapositiva, donde estoy envolviéndome con el lienzo ensangrentado. Ésta imagen fue proyectada como una gigantografía, en una pared de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. La imagen quedaba fija.
Desde ese mismo lugar tracé una línea roja (con pintura) sobre la vereda de la calle Sta, María, en una extensión de más de 100 metros, de poniente a oriente.
La vereda es el río simbólico por donde circulamos a diario. La gran línea roja era la presencia de la sangre, que delataba un territorio social mientras lo intervenía. La línea roja aún fresca brotaba desde el pavimento, irrumpía en los pasos de los transeúntes y esas huellas se multiplicaban a lo largo de las calles.
El rojo era la mácula encarnada, el terror del contexto político que vivíamos.
Semanas después aún palpitaban las huellas rojas que dejaron sobre el asfalto de decenas de transeúntes.