En un primer momento se ven los objetos; en su mayoría pequeños, homogéneos, grises y serenos. Si uno se acerca a las obras, aparece su superficie de papel de diario en collage, agitada, blanca-negra e irregular. En una contemplación más atenta se rebela la supuesta envoltura como la sustancia misma de las obras; la que está constituida nada más que de una cáscara vacía. Numerosos objetos reproducen cosas cotidianas, como accesorios de cocina y piezas de ropa, tan delicadamente exactos, tan fieles a su carácter de uso; que en principio nos parecen conocidos, al mismo tiempo, plásticamente tan abstraídos que se nos presentan extraños. La esencia de ese cubierto y de esos electrodomésticos está ahí, visible y concreta, todo menos que no objetual; por cierto su naturaleza material se ha disipado. Los zapatos tan minuciosos; a partir del modelo, asimétricamente formados irradian una desacostumbrada fragilidad, los alimentos cómodamente dispuestos sobre la mesa son casi como fósiles de sí mismos. Es como si el alma de estas cosas se hubiera desprendido del cuerpo, como una serpiente de su piel.
La sensible elaboración de Janet Toro de sus vivencias, emana de concebidos simples materiales como papel, harina y agua, alcanza ahí un sutil nivel conceptual. Como en un proceso de destilación extrae la artista lo esencial y desecha lo secundario, hasta el color, decoración, y todo lo que no pertenece a su mensaje, será eliminado sin compromisos. En su nueva compilación de obras Entre líneas reduce ella nuevamente sus motivos de partida a los no colores blanco y negro. Según un principio sustractivo elige Toro subjetivamente determinadas cosas y aísla éstas de su contexto original. Impulsada por la convicción que las imágenes diariamente nos atacan e inconscientemente nos distraen, ella corta éstas de los diarios, guiada por un principio de azar, ella separa los pedazos de textos en incontables recortes y une los retazos de textos otra vez.
Así crea la artista los nuevos objetos; que para ella son significativos y representativos; de una manera poética. Y por primera vez expone los objetos con esta muy personal referencia fuera de su vivienda.
Como el título de su exposición sugiere, se trata de dos lados de la información, de uno más vasto de lo que las palabras y las imágenes pueden suministrar. Lejos de las imágenes de los diseccionados, sí, mutilados diarios, ha plasmado; la artista, nuevas obras, las que se componen de conocidas formas y enrarecidas letras. En la sensibilidad de estas nuevas criaturas hay una asombrosa fuerza expresiva acerca de la omnipresente invasión de los medios y el activo tratamiento de esta marea de textos e imágenes. En la piel vacía; que compone a todos los objetos hay una paradójica sustancia informativa concentrada sobre nuestro espacio de vida y su unión con nuestra identidad, sobre nuestro entorno y nuestro trato con él. Con ello es el impacto de ideas no sólo evidente sino también críptico. Puesto que las obras expuestas; que a través de su estado actúan entre vivas y momificadas, refieren a varios niveles de significados e invitan al espectador a leer entre líneas.
(Texto Dr. Donatella Chiancone-Schneider)