Dos preguntas

1986
Paseo Ahumado, Santiago, Chile

La Performance consistía en que cada una llevaba un cartel sobre el pecho, con una pregunta:
El cartel de Claudia decía:¿Por qué sonríes?. Y mi cartel decía: ¿Por qué estás triste?

Para mí estas dos simples preguntas que apelan a un ámbito emocional, eran subversivas, en una época en que la censura jugaba un rol determinante a todo nivel y el control del autoritarismo se infiltraba en muchos aspectos de la vida. Por otra parte, la Dictadura estaba empeñada en dar una imagen democrática, pero los más ínfimos gestos eran motivo de represión.
En este contexto, hacer estas preguntas significaba poner en tela de juicio los límites de la libertad.

Estábamos aún en con toque de queda, medida que se levantó en el año 1987.

Nos instalamos en el Paseo Ahumada separadas como a 15 metros una de la otra, sin hacer nada.
Estas dos simples preguntas despertaron, en aquella época, un revuelo inesperado, decenas de personas se nos acercaban y expresaban sus opiniones, sus verdades. Era impresionante ver la tremenda necesidad de expresión que tenían los transeúntes. Había un angustia generalizada, todos hablaban de pérdida, de dolor, de tristeza, de cesantía, de daño.

Más tarde llegó un bus de carabineros. Algunos de ellos se bajaron y se acercaron agresivamente, pronto empezaron a dar lumazos a los espectadores y trataron de dispersar a la gente. Otros carabineros se acercaron a mí exigiéndome mi documentación, se las entregué.
Muy rápidamente se empezó a llenar el lugar de más transeúntes que miraban y algunos; desafiando a la autoridad, pedían que me dejaran tranquila...¡Fue maravilloso!

Uno de los policía se desconcertó mucho con mi acción: primero reaccionó duro y me exigió; en un tono seco; que le diera mis documentos, se los di. Luego me dijo: “Explíqueme, ¿Qué está Usted haciendo aquí?”. Le respondí tranquila: “Estoy haciendo una acción de Arte”. Entonces me miró confuso y me preguntó: “¿Qué es eso?” Yo le dije: “Un acto que no es teatro y no es danza, que está en el límite”. Entonces me dijo duro: ¡Usted sabe que esto está prohibido!. Le respondí: “No, no lo sabía”. Luego yo le pregunté “Dígame: ¿Por qué está Usted triste?”, él carabinero me dijo tajante: “¡Yo no estoy triste! “. Luego le rebatí, serenamente: “Yo, no le pregunto como uniformado, si no como ser humano, como persona, cuénteme, ¿Por qué está Usted triste?”. Entonces el carabinero cambió su rostro y su actitud y me respondió en tono manso: “Sí, en verdad uno también tiene sus problemas: la familia, la casa, la señora, los hijos...” , posteriormente siguió: “Señorita, le pido que se vaya de aquí, no quiero detenerla. Aquí hay un tumulto, y esto está prohibido. Si no se va, voy a tener que llevarla presa”. Entonces le dije: “Claro, me voy, gracias!”
Este gesto de volverse humano en la actitud del policía, fue la salvación.

Al final me dejaron ir...La multitud nos siguió, pidiéndonos que no nos fuéramos, que volviéramos otro día...Luego la gente se dispersó y fuimos otra vez anónimas en el flujo de las calles.

Fotodocumentación: Cucho Márquez
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