La Locura

1998
Centro Experimental de Arte La Perrera, Santiago, Chile

Durante meses recolecto y selecciono 3.000 hojas caídas de la calle. Las almaceno entre hojas de papel y con presión, para que permanezcan derechas.
Posteriormente con ellas construyo un rectángulo enorme en el hall central de La Perrera Arte. Las hojas yacen obsesiva y matemáticamente ordenadas, una al lado de la otra, fuera de su contexto. Como un Mandala gigante, inesperado, extendido allí donde se quemaba la basura, los perros y los fetos de abortos clandestinos.
Ahí están las hojas, testigos del deceso rápido de los bosques del planeta.
Sobre este tapiz vegetal voy caminando, vestida de blanco, descalza, lenta, llevo en mis manos la última hoja que cerrará el rectángulo. Me dejo caer al suelo, se escuchan ruidos ásperos de la ciudad y gritos guturales. Empiezo a correr y con mis manos voy destruyendo ese orden, esa filigrana impecable de hojas, en cada zarpazo que doy se confirma, la demencia, retazos de hojas, hojas desperdicios. Tomo un recipiente con sangre de animal del Matadero, voy tirando chorros de sangre a las hojas rotas, todo se salpica, queda una masa informe.
La enajenación ondea como una bandera común, hay una negación de la naturaleza, un eslabón quebrado. Me tiro al suelo desnuda, me impregno de sangre, yazgo en posición fetal entre miles de fragmentos de hojas ensangrentadas, algunas pegadas a mi piel como oscuras escamas de un tiempo que ya expiró.

Fotodocumentación: Claudio Jaramillo, Ximena Riffo
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